– Empecé a trabajar en 2004 en esta farmacia.
– ¿Cómo ha cambiado la farmacia en comparación a tus principios?
– En estos años la oficina de farmacia se ha visto obligada a afrontar diferentes retos. Todo está mucho más digitalizado, hay un mayor control
y mejoras que notan los pacientes en la eficacia y la rapidez. Por poner un ejemplo, si hay desabastecimiento de algún medicamento, disponemos mucho antes de otro con principios similares.
– ¿Qué es lo que más te gusta de ser farmacéutico?
– Lo que más me gusta es precisamente lo que creo que no va a cambiar: el trato con los pacientes en el mostrador. Muchos de los que vienen a Farmacia Santamaría lo hacen desde hace muchísimos años y ya les conocemos de sobra. Poderles llamar por su nombre y que confíen en nosotros como lo hacen es lo mejor de esta profesión.
– ¿Hacia dónde crees que va el papel del farmacéutico?
– Un gran porcentaje de la efectividad de los medicamentos depende del buen uso que se haga de ellos. No nos encargamos sólo de la dispensación o de explicarles muy claramente cómo se lo tienen que tomar sino también de la indicación y del seguimiento. Creo que nuestra implicación en la salud en general aumentará.
– ¿Cuál es el consejo que más repites?
– Que siempre que tengan una duda nos pegunten en persona o nos llamen. Nuestra farmacia está abierta las 24 horas. Si vemos que nosotros no podemos solucionarla, les derivamos al médico.
– ¿Qué otras aficiones tienes además de tu trabajo?
– La mayor parte del tiempo la paso con mi familia, aunque también me encanta leer.
– Si no hubieras sido farmacéutico, ¿qué serías?
– Creo que habría elegido cualquier profesión relacionada con la Salud.